¿Cómo lograr que alguien aprenda? - Una lección de los videojuegos
En esta entrada libre quiero hablaros de algo que aprendí de los videojuegos. Más tarde descubriría que se puede aplicar a practicamente todo, pero, en un inicio, lo que me abrió los ojos a este concepto fueron precisamenre éstos.
Pues bien, resulta que todo juego requiere del jugador un factor de aprendizaje. Por supuesto, algunas habilidades se traspasan entre juegos, pero... todo juego requiere que lo aprendas a jugar hasta un cierto punto y que el aprendizaje no sea ni aburrido ni se sienta frutrante. Es realmente un arte.
Introducimos aquí el archiconocido concepto de la curva de dificultad, que probablemente no pillará a nadie por sorpresa.
Como se vé en el diagrama siguiente, la dificultad debe crecer a medida que la habilidad del jugador se desarrolla para que la experiencia no sea demasiado fácil y, por tanto, aburrida, ni demasiado dificil y, por tanto, frustrante. Caer en cualquiera de los dos extremos lleva al abandono del juego por parte del jugador y el sistema en sí no es tan diferente a cómo funciona con la educación más tradicional.
Como pasa muy a menudo, los profesores deben trabajar equilibrando la experiencia, de manera que sus estudiantes no se sientan frustrados porque se se ven incapaces de entender lo que se les está enseñando, pero tratando de que tampoco se aburran durante las clases y pierdan el hilo, lo cual se da si no les estimulas lo suficiente.
Podría hablar sobre cómo esto debería ser así y no lo es, muchas veces por culpa de profesores con poco o ningún interés en esforzarse, pero no quiero ser el agonías de siempre con esta entrada. Por el contrario, prefiero fijarme en la propia naturaleza de este punto perfecto entre dificultad y habilidad.
Encuentro fascinante cómo la mayoría de los juegos han dominado la curva de dificultad, hasta el punto de que incorporar un aspecto típico de un juego a otro ámbito para motivar a sus participantes se llama "gamificación" o ludificación.
Quizás pueda sonar antiintuitivo, pero me da la sensación de que, en efecto, de un juego se puede aprender muchísimo y un profesor que consigue convertir sus clases en juegos, está destinado a tener más exito dando clase que otro que no. Saber de juegos, en general, es tremendamente útil y hay poco o ninguna discusión al respecto, dado la cantidad de dinero que empresas de toddo tipo se gastan hoy en día para "gamificar" aspectos de la interacción con los clientes o de las propias labores de sus trabajadores.
Y es que los juegos pueden aplicarse de mil maneras distintas. Desde haciendo preguntas en clase como un día normal, hasta planeando dinámicas especiales y extremadamente trabajadas. ¡Incluso un examen puede ser más especial si se plantea como un "jefe final" contra el que tus alumnos se llevan preparando meses!
Así que, como consejo, probad juegos, de todos los tipos posibles. Plagiad y adaptad ideas que os gusten, dad forma a las vuestras propias y, sobre todo, pasadlo bien. Y es que no sólo es extremadamente divertido jugar a cosas, sino que también es muy gratificante ver como gente a tu cargo se lo pasa genial gracias a ti a la vez que aprenden.
A veces, ser el profesor favorito de tus alumnos no es tan complicado.
ME GUSTA MUCHO TU BLOG. Has mezclado dos ámbitos que son muy apasionantes como es la Filosofía y los el mundo de los juegos y la verdad que aunque a priori parece raro que se puedan unir, aquí se puede ver el ejemplo de que la filosofía sigue siendo actual y la podemos encontrar has en los más reconditos aspectos que uno no creería. Un saludo polluelo!
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