"Admitir la derrota es blasfemar contra el Emperador."

Aprovechando que me queda una entrada libre, voy a salirme del tema de la educación por completo para hablar de algo que, a pesar de que ya conocía desde hace años, sólo me ha empezado a interesar recientemente. Y, la verdad, no consigo sacarmelo de la cabeza.

Este algo es Warhammer 40.000, el archiconocido juego de mesa de figuritas coleccionables que sólo la gente acomodada puede permitirse, debido a los ridículos precios que pueden alcanzar sus productos.

Sin embargo, en este caso no estoy aquí por el juego (qué sorpresa), sino por los libros. Aparte de mi amor por lo lúdico, me encanta leer, a pesar de que quizás no lo haya reflejado demasiado en este blog, y mi sorpresa ha sido más que grata a medida que me he ido empapando del trasfondo y las historias de Warhammer 40k.

Si bien esta saga nació como una parodia, llevándolo todo hasta extremos ridículos, con los años ha terminado amasando una cantidad de fans enorme y, casi por petición popular, los autores mismos han empezado a tomarselo más en serio, poblando un universo de historias extremadamente bizarras pero extraordinariamente bien escritas que te atrapan y te hacen querer saber más y más sobre el universo en que todo se ambienta.

La historia en sí se ambienta en nuestro mundo, sólo que en el milenio 41. Tras una fase de desarrollo y expansión tremenda en el que la humanidad desarrolló tecnología superpoderosa y colonizó planetas por toda la galaxia, las cosas han tomado un giro a peor. El imperio de la humanidad, que antaño estuvo unificado y era capaz de aplastar a cualquier enemigo sim importar cual, se encuentra en decadencia. La tecnología más avanzada se ha perdido, el Emperador —una figura casi divina que guió a la humanidad a una época dorada, los animó a desarrollar el pensamiento crítico y prohibió las religiones— está postrado en un trono dorado desde hace 5.000 años, moribundo e incapaz de moverse, pero consciente de todo lo que pasa a su alrededor, y sus valores se han corrompido por completo.

El acérrimo defensor del pensamiento crítico ha sido reducido a una figura de culto cuya adoración es obligatoria en todo el Imperio, so pena de ser ejecutado por una nueva institución surgida tras que el Emperador quedase incapacitado, la Inquisición.

Y en este contexto hay multitud de razas alienígenas, historias sobre los conflictos que se dan por toda la galaxia, demonios, supersoldados, poderes psíquicos... En general, incontables historias que relatan desde la caida del Imperio de la Humanidad, hasta las condiciones actuales para el ser humano promedio en un universo en que las vidas humanas son, practicamente, el recurso más abundante del que dispone el Imperio. Hay historias épicas, de guerras enormes en las que se pierden mundos, pero también historias más modestas, de auténtico terror, sobre los maquiavélicos engranajes de una burocracia demasiado grande para mantenerse a sí misma.


En general, una fuente increible de lecturas que subvierten tus expectativas y juegan de manera magistral con todos los tropos habidos y por haber. Los escritores de Warhammer son extremadamente talentosos y se nota.

 

Así que, si a alguien le suena minimamente bien cómo suena algo de todo esto, no dudeis en echrle un ojo. Personalmente, recomiendo la novela Fulgrim, de la Herejía de Horus, por Graham McNeill, la cual, a pesar de no ser el inicio de la historia, es particularmente buena y puede servir para introducir a los lectores al mundo y despertar su curiosidad.

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